El FC Barcelona ha decidido meterle caña a su plantilla, y el nuevo rey del banquillo, Hansi Flick, no está para tonterías ni para nombres ilustres. Uno de los primeros que ha caído de la lista es Joao Félix, el portugués se ha encontrado con la cruda realidad: no cuenta para el proyecto y ¡punto!
El chico, que llegó del SL Benfica, nunca encontró su sitio en el Barça. Su rendimiento fue más irregular que un lunes por la mañana, fallando en momentos clave y defendiendo como si le hubiera tocado un día de descanso. Ya Xavi había dudado de la jugada, pero con Flick en el mando, se acabaron las complicaciones: adiós, Joao. Directamente fuera de la planificación del equipo para la temporada.
Laporta decepcionado con Joao | @FCBarcelona
Así que el club no tuvo más remedio que devolverlo al Atlético de Madrid, pero ahí tampoco se sentía en casa. Diego Pablo Simeone ya había dejado claro que no lo quería ni en pintura. La relación estaba tan rota que ni un lavado de cara lo solucionaba. El Atleti, consciente de que tenerle era un drama, se movió rápido y el Chelsea apareció como salvación.
Flick tenía razón
Esta vez, no fue un nuevo préstamo como el de 2023, sino una salida definitiva. Los ingleses compraron a Joao por menos de lo esperado, lo que fue un palo financiero para el Atlético. Pero aquí no se detuvieron los problemas: en su primera temporada con el Chelsea FC, Joao Félix no deslumbró. Su actitud fue de nuevo carne de cañón para las críticas.
La falta de regularidad, sus escasos goles y una vibra de «aquí estoy de paso» no ayudaron nada. Mauricio Pochettino apenas lo utilizó y acabó pidiendo su marcha. Resultado: otro préstamo, esta vez al Milan. La cosa se queda en un año de testeo sin opción de compra, y el conjunto rossonero espera que Joao despierte a su mejor versión, aunque ya sabe de sus antecedentes.
Joao Félix es el fracaso de Laporta
Su andanza por el club culé se queda como una anécdota más. Goles aquí y allá, alguna jugada con chispa, pero sin continuidad. Ni su talento ni su apodo fueron suficientes para convencer a nadie de su valía. Su juego no justificó la pasta que se gastó en él, y su actitud no ayudó a que le dieran un lugar fijo en el equipo.
Flick la clavó: su análisis fue directo y afilado, apartar a Joao Félix fue un movimiento polémico en Twitter, pero en lo deportivo, totalmente acierto. El Barça necesitaba un toque de limpieza y un poco de disciplina. Y para el técnico alemán, el talento sin compromiso no es más que un lujo que no se puede permitir.
