El silencio del Ciutat de València solo se rompía con los aplausos. En el palco del estadio, convertido en improvisada capilla ardiente, reposaban los restos mortales de José Ballester Gozalvo y su mujer, Teresa Molins Gausach, llegados desde Francia 55 años después de su muerte en el exilio. El fundador del Levante FC, aquel joven de 17 años que en 1909 plantó la semilla de lo que hoy conocemos como Levante UD, regresaba por fin a casa.
No podía haber mejor manera de celebrar el 116 aniversario del Levante que honrando su memoria. Desde hoy y para siempre, José y Teresa descansarán en el Cabanyal, el barrio donde nació y al que siempre quiso regresar.
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Raspadori resplandece en la victoria de ItaliaLa sala del palco L’Alqueria se quedó pequeña ante la magnitud del homenaje. Con solemne respeto, familiares, autoridades, miembros del club, numerosos levantinistas y curiosos abarrotaron el espacio para presenciar un momento histórico: el regreso de una figura clave, demasiado tiempo relegada al olvido. “Teresa y José sonríen, allá donde estén”, dijo el historiador Felip Bens, emocionado. “Pocos clubes tienen el honor de contar con un fundador tan ilustre como nuestro Levante”. Y no exageraba. Porque José Ballester no solo fundó un equipo de fútbol, el Levante FC, además de ser una figura clave para asentar las bases de la profesionalización del fútbol en Valencia: fue pedagogo, político, escritor, y largo etcétera. Un adelantado a su tiempo que dejó huella en cada ámbito que tocó.
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Endrick avanza por la cuerda flojaLa idea de traerlo de vuelta nació hace menos de dos años, casi por casualidad, en el patio del instituto que lleva su nombre, el IES José Ballester Gozalvo. Los profesores Paco Santamans e Irene Alcolea fantaseaban con la posibilidad de contactar con el club para repatriar al fundador. El Levante respondió con un sí inmediato por parte de Puri Naya, directora de Comunicación y Relaciones Externas del club, fundamental en el regreso.
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Hugo Álvarez: El sucesor de Aspas ha llegado.No obstante, desde hace años, periodistas, historiadores y profesores trabajaron en sus ámbitos para rescatar del olvido a “uno de los valencianos más ilustres del siglo XX”. Entre ellos, Felipe Bens y José Luis García Nieves, que en sus investigaciones sobre la historia del club desempolvaron el nombre del fundador, o el profesor universitario José Ignacio Cruz Orozco, que en 1986 descubrió a este “singular educador”.
El pasado fin de semana, una delegación del club viajó al cementerio de Villiers-Adam, en Francia, para exhumar los restos del matrimonio. Allí llevaban desde 1970, lejos de la tierra que los vio nacer. La familia Ballester Gozalvo y Molins Gausach dio su aprobación y, gracias al apoyo económico de la Diputación de Valencia a través del área de Memoria Democrática, el sueño pudo hacerse realidad.
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Joel Roca, la elección favorita de Míchel.Fernando Higón Ballester y Cristina Molins, descendientes de la familia del matrimonio, compartieron anécdotas que dibujan la talla humana de José: su amistad con Machado, la carta a Eisenhower pidiéndole que no estrechara la mano del franquismo, las noches de clandestinidad escuchando Radio París. “En nuestra familia siempre hemos mantenido su historia y sus ideales”, confesó Fernando, orgulloso, quien fue el encargado de recoger todas las firmas necesarias para la exhumación.
El acto reunió a autoridades locales, desde la vicepresidenta de la Diputación de Valencia, Natalia Enguix, la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, el director general de Deportes, Luis Cervera, el concejal de Cultura de Valencia, José Luis Moreno, el presidente del Consejo Valencia de Cultura, José María Lozano, o los concejales socialistas Javier Mateo y Borja Santamaría. También, desde Francia, llegó el alcalde de Villiers-Adam, Bruno Mace.
Durante el mismo, se reprodujo un documento de la voz original de José Ballester, de 1964, y finalizó con el poema ‘El Pirineo’, recitado por Jordi Ballester, nieto de José Ballester Usó, primo hermano de José Ballester Gozalvo.
Con la repatriación de José y Teresa, Pepet y Tereseta, el Levante cierra uno de los capítulos más importantes en la historia del club. Como rezaba la pancarta realizada por la peña levantinista Comando Marcador en los aledaños del estadio: “Mai mor qui mai s’oblida”. Nunca muere quien nunca se olvida.
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