La derrota contra el Oviedo ha dejado el vestuario tocado, amigo. Y no solo por lo del resultado, que también duele. Los fallos individuales y en grupo, el mal rollo en Mestalla; la gente señalando a Guerra y Almeida, el cabreo de Hugo Duro que se ha llevado lo suyo sin ser culpa suya, y los gestos de Gayà a la grada; no ha faltado el canguro Corberán soltando puyas a diestro y siniestro: Santamaría, Diego, Foulquier, Rioja, Guerra… todo esto crea una atmósfera más pesada que un penalti fallado. Y lo peor, casi ni importan esos tres puntos que se han esfumado.
La mochila del vestuario está cogiéndole peso, y ya lleva unos cuantos lastres. La movida con la salida de Hugo Guillamón, el comunicado que le mandaron a Mosquera que no tiene nombre, y la absurdez de darle el ‘7’ a Danjuma, que ni un mensaje oficial lanzado en semanas chungas, porque Ron Gourlay y compañía se han esfumado desde el cierre del mercado… Todo eso hace más daño que un penalti fallado por Danjuma. Así que más vale que busquen un reseteo, porque la salud del vestuario y el futuro de esta temporada están en juego.
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